martes, 23 de junio de 2020

Venezuela, Stiglitz y el PIB

Hace pocos días el mundo económico recogió la opinión de uno de sus "pesos pesados" quien reflexiona sobre la pandemia del COVID-19 y su impacto a nivel mundial. Se trata del premio nobel de economía Josphet Stiglitz. El economista aboga por abandonar el PIB por un mejor indicador de la salud económica de un país.
La pandemia dejó al descubierto las injusticias de un sistema que coloca la plusvalía capitalista por encima de la condición humana. Por ejemplo, en los EEUU, el país centro de la pandemia, aproximadamente 60 millones de personas están fuera de toda posibilidad de acceder al sistema de salud. Stiglitz propone que la econometría neoliberal actual sustituya el índice macroeconómico central a la hora de medir y comparar el desarrollo económico de los países. "El PIB no es una buena medida, no tiene en cuenta las desigualdades", señalaba el profesor estadounidense.
El PIB da tabla rasa a economías con distintas características y disfuncionalidades estructurales. En el caso de Venezuela es una economía de periferia, producto de un proceso histórico colonizador, comienza como una economía de enclave proveedora de productos marginales al sistema mercantilista en formación (Siglos XVl al XlV). Mono exportadora con dos ciclos históricos de mercancías: Cacao / Café. En su desarrollo histórico y alcanzada la autonomía política, Venezuela se incorpora al sistema capitalista mundo (Siglo XX) igualmente mono productora, pero esta vez con una mercancía neurálgica al sistema: el petróleo.
En la actualidad el rentismo petrolero no solo es una realidad económica no superada, es por así decirlo, un condicionamiento sociocultural con implicaciones políticas. Ha sido un freno para el desarrollo de otros sectores económicos, lo que impacta directamente en el aumento o la disminución del PIB. Se depende de un factor externo que la economía venezolana no controla: los precios del petróleo. Vemos un descenso desde 2018 de 61, 41 $/B, a 9,98 $/B en 2020 (precios similares a los de 1998)
Con respecto al PIB en 2011, Venezuela tuvo su máximo histórico con 334 MM$. Pero en 2019 solo se produjo el 18% de lo que el país produjo en 2011. En 2015 tuvo su segundo pico histórico con 328.164 MMS, llegando a caer a un poco más de 70.000 MM$ en 2019.
Estas cifras no reflejan dos factores que fueron determinantes para la caída de la productividad en Venezuela. En primer lugar, los EEUU inundaron el mercado, una sobreproducción mediante el método de "fracking" supuso una baja de los precios del petróleo a nivel mundial. En segundo lugar, las sanciones coercitivas y unilaterales adoptadas por los EEUU contra nuestra economía, nuestra industria petrolera y el sistema financiero nacional.
EEUU había comprado en 2018 el 35,6% de las exportaciones de petróleo a Venezuela. Un promedio de 586.000 B/D. En marzo de 2019 por primera vez en la historia las exportaciones de petróleo venezolano a EEUU llegaron a 0 B/D.
¿Conclusión? No solo los indicadores económicos deben pasar a revisión, es el sistema en su totalidad quien debe ser cambiado. Estamos ante una etapa donde el gran capital está reconfigurándose para la avanzada más salvaje que se conoce en la historia del capitalismo.
Tal vez, pronto veremos como una nueva biblia, un nuevo Corán y nuevos mandamientos serán publicados por Wall Street, Dow Jones y NASDAQ.

miércoles, 10 de junio de 2020

Coma inducido al Sueño Americano.

El “sueño americano” se refiere a las oportunidades de realización personal y material en una sociedad rica de gran movilidad social ascendente. Por lo menos así lo recoge la cultura estadounidense en los años 30 del siglo 20, y así funcionó durante décadas para nativos e inmigrantes, aunque parece inverosímil que un ideal así hubiese prosperado en medio de una sociedad marcadamente segregacionista y racista. Con el paso de los años y el tránsito del capitalismo monopólico al neoliberalismo imperialista, las sociedades de la periferia comenzaron a acusar los impactos negativos en sus economías, lo que produjo una caída en su calidad de vida. El saqueo corporativo, las políticas explotadoras y gobiernos entregados a los dictámenes de los centros de poder, cerraron por completo cualquier oportunidad de desarrollo nacional.

La nación norteamericana comienza a ser el destino cada vez mayor de oleadas de inmigrantes, con predominante presencia latinoamericana. Las oportunidades en las cuales se basaba el sueño americano comienzan a socavarse. Las élites que gobiernan la sociedad norteamericana son cada vez más excluyentes y comienzan a restringir el acceso a servicios básicos por medio de la privatización.

Si hay un sector que es esencial para lograr un estado de superación material y espiritual en los individuos, el sector de la salud. Como por arte de magia los EEUU se convierten en el país que más gasta en materia de salud en el mundo. Irónicamente, con una mayor tecnología en servicios e investigación médica tiene los peores resultados nacionales en la materia entre los países desarrollados e inclusive de muchas de las llamadas economías emergentes.

Una más acentuada contradicción los caracteriza: el sistema de salud es público, pero no gratuito, esto limita gravemente el acceso de la sociedad. El sistema de salud es dominado por el sector privado dejándolo al arbitrio del mercado.

No hay una institución gubernamental que medie entre las aseguradoras, los hospitales y médicos por un lado y los pacientes por otro. Cada seguro tiene una Red de hospitales, pero también de médicos que cobran por sus servicios y funcionan de manera autónoma, puede darse el caso que un paciente entre a un hospital adscrito a su red, pero el médico tratante no lo éste. En ese caso el paciente debe cancelar el 100% de los honorarios médicos.

El sistema privatizado de salud no fue diseñado ni concebido para actuar en una coyuntura de emergencia sanitaria como la presentada a raíz del COVID-19.

El desmontaje de las líneas de defensa ha sido continuo. Entre 2010 y 2019 cayó en un 10% los presupuestos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en todo el país. Entre 2008 y 2017 se han perdido 55.000 empleos especializados en el sector salud.

La pandemia ha dejado 10 millones de desempleados, lo que sumado a los 1,4 de crecimiento anual de este indicador y los 27,8 millones históricamente excluidos, sumarían alrededor de 39,6 millones desprotegidos sin acceso al sistema. A esto se le suman 11 millones de documentados. Es en resumidas cuentas el sistema puede salvarte la vida para hundirte en la pobreza. De cada 100 familias que sufran un episodio medico grave, 46 quedaban en la línea de pobreza.

En 2019 el 25% suspendieron el tratamiento de enfermedades graves, según la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard el promedio anual de muertes con relación directa a la imposibilidad de acceder a un seguro médico está por el orden de las 45.000 víctimas.

El sistema de salud estadounidense se encuentra en terapia intensiva, por un coma inducido por el neoliberalismo, el sueño americano al regresar, si es que regresa, tendrá un despertar muy amargo.


martes, 2 de junio de 2020

El poder de la ironía


Como ironía solemos definir las situaciones o hechos que son totalmente antagónicos a las expectativas que se esperan, puede ser de manera retórica o metafóricamente como las expresemos, pero cuando esas ironías son expresión fidedigna de la realidad, su intensidad suele ser aleccionadora. Los EEUU viven un momento en el cual afloran las más inverosímiles ironías.

“El salvador del mundo libre”

Por lo menos para la cultura occidental de la segunda mitad del siglo XX los EEUU representaban precisamente eso. La pandemia del COVID-19 mostró al gigante con pies de barro, incapaz de proteger a su propia población, la clase política se mostró irresponsablemente criminal, no se adoptó ninguna de las medidas de protección temprana que recomendó la OMS en su momento, por el contrario, se minimizó su impacto al nivel de la burla. Rápidamente los EEUU pasaron a ser el epicentro de la pandemia, más de cie mil norteamericanos muertos le ha costado ese "honor" tal cual como lo califica su presidente, esa especie de "cowboy psicópata" llamado Donald Trump.

Morir por la economía


La administración Trump priorizó el sistema económico por encima de sus ciudadanos. Las medidas adoptadas apuntaron a proteger y mantener el estatus económico de una minoría, se emitieron billones de USD (de los llamados inorgánicos) para garantizar la continuidad y la “normalidad” en la generación de la plusvalía explotadora, aunque en honor a la verdad y a la realidad todos los dólares deberían pasar a estar bajo esa denominación de inorgánicos, pues es un hecho demostrado que no tienen valor real o su correspondiente en riqueza que los respalde. En un sentido irónico, diríamos que es una moneda falsa. Y precisamente fueron unos supuestos 20 USD falsos los que desencadenaron el peor estallido social desde el asesinato de Martín Luther King. La imagen criminal de un policía blanco, la representación por excelencia de la "ley y el orden", oprimiendo con su rodilla el cuello de un norteamericano afrodescendiente (George Floyd) hasta su muerte, es la materialización más atroz del sistema norteamericano.

El paladín de los DDHH

Venezuela ha sufrido la injerencia más descarada y criminal por parte de los políticos norteamericanos de turno. El tema de la supuesta “violación” de los Derechos Humanos por parte del Estado sobre los venezolanos es uno de sus argumentos preferidos. Han tratado por todos los medios de demostrar que la situación interna es responsabilidad exclusiva del Gobierno constitucional y que las sanciones criminales no tienen más que ver. Han estimulado por todos los medios posibles el malestar social con la intención de llegar al punto de impulsión de la sociedad venezolana, tarea encomendada al cipayo principal, pero la ineptitud patológica, crónica e inconmensurable de este personajillo lo inhabilita para cumplir esta o cualquier otra orden. Ha convocado marchas que tengan como destino final el Palacio de Miraflores para "desalojar" al presidente legítimo de los venezolanos. Esa élite política gringa que sueña con sacar a un pueblo de su sede de gobierno, tuvo que irse a las catacumbas antinucleares (literalmente) el domingo en la noche, cuando un pueblo enardecido, indignado y cansado llegó a la Casa Blanca exigiéndole respuestas y su responsabilidad al inquilino de dicho inmueble. Justicia poética, diríamos. 

¿Estaremos ante el despertar del pueblo estadounidense? Todavía es muy temprano para responder esta interrogante. Lo que sí sabemos es que la vida para algunos esta llena de amargas ironías.

Sesudos sin Cabezas

El negacionismo puede verse como una técnica propagandística que genera confusión o puede verse como un comportamiento humano. En ambos caso...