Coronavirus: ¿Guerra biológica?
¿Quién crea
enfermedades y quiénes se benefician de ellas?
Milton William Cooper, un Alto Oficial de la Inteligencia
Naval de EEUU, reveló que el VIH/SIDA fue desarrollado en instalaciones
biológicas militares de la base de Fort Detrick en 1972 por el Pentágono, como
parte del Proyecto MK-NAOMI, siguiendo
una orden ejecutiva directa y dando cumplimiento a una Agenda global establecida
por el Departamento de Estado, según reseña la página web del PCV.
El Proyecto MKNAOMI se llevó a cabo en Maryland, durante los
comienzos de la década de 1970. Tras el desarrollo de estos “microbios”, se
buscó comenzar a infectar a diversas poblaciones que la élite mundial consideraba
“indeseable”, comenzando por África y continuando por el ámbito
hispanoamericano y los homosexuales; en otras palabras, se convirtió en un
proyecto racista y heterosexista. Según Cooper, “la población pobre de los
EE.UU. fue infectada en 1978 con la vacuna contra la hepatitis B a través de
los Centros para el Control de Enfermedades y el Centro de Sangre de Nueva
York”.
¿Quiénes más formaron parte de esta conspiración? Las
grandes élites mundiales: El Grupo Bilderberg, el Club de Roma, la CIA, entre
otros.
En 1932, el Gobierno Federal estuvo activamente involucrado
en el infame experimento de Tuskegee, Alabama, donde aproximadamente 600 afro
estadounidenses, de origen humilde y en su mayoría analfabetos, fueron “estudiados”
para observar la progresión natural de la sífilis. Las personas utilizadas en
este experimento no habían dado su consentimiento informado, no habían sido
debidamente notificados de su diagnóstico y fueron engañados al decirles que
tenían “mala sangre”. Además, fallaron en no proveerle remedio médico
(penicilina) a dichos pacientes, incidente que fue inspiración de la película,
Miss Evers’ Boys.
Tampoco olvidemos, los escalofriantes experimentos con
víctimas guatemaltecas y cuyos documentos salieron a relucir durante la
investigación de la profesora Susan M. Reverby en torno al caso Tuskegee. En
este caso, el gobierno estadounidense proveyó fondos a infectar a personas con
sífilis. Siendo esto, un claro crimen contra la humanidad.
En casos más recientes, en la década de 1960, un miembro de
la Harvard Medical School, Henry Beecher, denunció en el New England Journal
Medicine, a 22 experimentos en Estados Unidos que violaban la ética de
investigación. Tampoco perdamos de vista el estudio de Willowbrook, en que el
que se experimentó con hepatitis y pacientes mentales; o el estudio del Jewish
Chronic Disease Hospital en Brooklyn, en Nueva York, en que se le insertaron
células cancerosas a ancianos con problemas mentales.
Mientras el mundo enfrenta una emergencia global por el
brote del Coronavirus, que ya ha dejado más de 1.000 muertos, el mercado
farmacéutico sigue llenándose los bolsillos.
El mercado farmacéutico lo dominan las grandes empresas que,
a su vez, acaparan el mercado mundial.
La farmacéutica Moderna Inc., envió una vacuna experimental
contra el Coronavirus al Gobierno de Estados Unidos. Una hora después de la
apertura de la bolsa, las acciones de la farmacéutica subían casi un 14% hasta
situarse en los 21,36 dólares por acciones, según EFE.
La compañía francesa Novacyt, en lo que va de año, sus
ganancias rozan el 1.000%, sus acciones ya se revalorizan en bolsa un 426,63% con
el auge del coronavirus. Otras cinco empresas como la española PharmaMar, la
malasia Top Glove Corporation, las compañías chinas Allmed Medical Products y
Jafron Biomedical, y la empresa de Shanghái Pin An Healthcare and Tecnology,
también se vieron beneficiadas, por la venta de distintos implementos y
suministros farmacéuticos.
La implementación de guerras biológicas por parte de Estados
Unidos no debe sorprender a nadie. A lo largo de los años han utilizado este
recurso como arma de dominación mundial y de enriquecimiento de sus principales
aliados. El principal interés de las grandes hegemonías económicas y
farmacéuticas es continuar aumentando sus ganancias al costo que sea, muy por
encima de la vida humana.
Actualmente China, es el rival económico más fuerte de
Estados Unidos. No es casual, la guerra económica declarada por Trump, contra
el país asiático. En su afán por frustrar el crecimiento de China a toda costa,
¿podemos pensar que el coronavirus es
algo fortuito?
Como dijo el diplomático Eugenio Brogolat: No hay economía
que no se constipe cuando la China estornuda.
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